“ Pero el Topo no le escuchaba ya. Absorto en la nueva vida en la que estaba internando, embriagado con los destellos, las ondas, los olores y los sonidos y la luz del sol, dejaba arrastrar una pata por el agua mientras soñaba despierto sueños. El Ratón de Agua, que tenía buen
corazón, siguió
remando acompasadamente
y evitó molestarle.” (página 28)
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